06 Ago Ciao alle Due, Welcome Alonso
El pasado martes me iba a dormir con el sinsabor de la liquidación del contrato, que unía, desde 10 años, a Michel Salgado con el Real Madrid. «Il due«, como era conocido en el mundo del futbol, ya tuvo la oportunidad de salir del mejor equipo del mundo del siglo XX, con dirección a Italia, pero Florentino Pérez, en su primer mandato al timón de la nave madridista, no solo le renovó, sino que firmo una clausula, que Michel se gano por derecho: en caso de rescisión de su contrato antes de tiempo, por parte del Real Madrid, éste le pagaría la totalidad de lo firmado y que faltase por cumplir del contrato.
Con muy pocos jugadores del mundo se hacen este tipo de concesiones, y menos aún con quién, además, por aquella época acaba de contraer matrimonio con la hija del máximo rival en la Presidencia: Lorenzo Sanz. Sin embargo, una vez más, y eso pasa en pocos clubes de fútbol, reinó, no sólo la paz, sino que hizo que Michel fuese considerado, durante muchos años, un estandarte del espíritu madridista junto a Raúl González Blanco.
Defendiendo los colores de la Selección Española, de la Roja, fue uno de sus standarte en el último mundial, a pesar que Luis Aragonés pensase que él, junto a Cañizares y Raul formaban el tridente discordante con sus postulados futbolísticos. Ellos tres, siempre, han defendido a muerte a su equipo y a su país.
Y, mientras asistimos al adios de Michel Salgado, nos llega la excelente noticia, de la salida de Xavi Alonso del Liverpool con dirección al coliseo madridista. Uno de los culebrones del verano, en cuanto a fichajes se refiere, acaba con final feliz.
El Real Madrid necesitaba un medio centro, un director de orquesta, alguien de aquí, de esa selección que ganó la Eurocopa, un Cesc, un Xavi Alonso o un Xavi, el del Barça. Éste y el primero eran complicados, pero el de San Sebastián llevaba en la órbita madridista muchos años.
Ahora sólo falta que la nave madridista continúe desalojándose de quienes no cuentan para el futuro inmediato.
El Real Madrid necesitaba de esta revolución desde hace tiempo, pero no tenía un tiburón, como presidente, con la suficiente personalidad para traer a la «cream de la cream», y despedir a quienes no valían para defender el espíritu de Di Stefano.
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