21 Jul ¿Para qué necesito una estrategia?
Hace unos días me preguntaban sobre la importancia de tener un estratega o una estrategia a la hora de desarrollar un proyecto.
Sin embargo mi primera respuesta fue que lo primero es tener un estratega que sepa conocer los pasos para el desarrollo de esta estrategia.
Saber cómo piensa un estratega es una tarea monumental que pocos están llamados a descifrar.
Este proceso se mueve en medio del conocimiento tácito y de las potencialidades con que naturalmente se piensa nace un estratega.
Sr. Ohmae, más conocido como Mr. Strategy señala que el éxito no suele ser producto de un análisis riguroso sino de un estado mental muy particular.
Este estado se caracteriza por procesos de pensamiento creativos e intuitivos mas que racionales.
Un estratega trabaja continuamente analizando, para estimular el proceso creativo, para probar las ideas que surgen, para averiguar las consecuencias estratégicas o para no fallar en la ejecución de ideas «locas» que tienen grandes posibilidades y que, de otro modo, nunca se habrían puesto en práctica.
Posiblemente conozcas a alguno de estos estrategas, o no.
Desde que comenzó este año he tratado de dar respuestas similares en algunas empresas, en algunos negocios, en los que cambiar o desarrollar una estrategia de negocio se hacía necesario.
Porque detrás de un estratega debería acontecer la acción. Definir y desarrollar una estrategia y ejecutarla.
En estos meses he sido consciente que, en muchas ocasiones, en bastantes empresas se desarrollan acciones de marketing, de comunicación, de negocio, comerciales… y, sin embargo, no hay un análisis que conduzca a una estrategia concreta.
Se hacen muchas cosas y, sin embargo, la figura del estratega brilla por su ausencia.
Posiblemente, Jesucristo (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo) fue más que un estratega.
Y me viene muy bien su papel en la historia del mundo, para ponerle como ejemplo a la hora de desarrollar el plan de la Salvación.
Dios analizó desde siempre el papel del hombre y la mujer, y fue preparando un plan, una estrategia, desde antiguo, utilizando diferentes herramientas de comunicación, junto a diferentes mensajes y con determinadas acciones que fueron preparando al hombre para la llegada del Mesías.
El plan de salvación preparado por Dios desde antiguo para el hombre es el plan perfecto de un gran estratega, que no dejó cabos sueltos ni espacio para la improvisación, más allá de la libertad del hombre.
Por eso es bueno, de vez en cuando, pararse a analizar nuestras estrategias, a hacer un análisis de cómo lo estamos haciendo, que podemos mejorar y hacia donde queremos llegar.
Y si no has empezado a definir esta estrategia, pregúntate primero si vas a ser tú el estratega o si necesitas contratar a uno.
La estrategia esta directamente relacionada con la resolución del conflicto que tiene que ver directamente con los valores y que tiene como salida la misión.
Supone convivir en el ambiente de la alta dirección de las empresas, partiendo de la visión (futuro deseado, sueño empresarial), la misión (que hacemos para alcanzar la visión) y los procesos de acople cultural que permitan alinear la cultura con la estrategia.
Por tanto no es algo superfluo que no debas tener en consideración en tu negocio, en tu empresa o, me atrevería a decir, en tu vida.
El gran estratega es un pensador flexible que entiende la completa gama de alternativas y constantemente sopesa los costos y beneficios de cada uno.
Para considerar alternativas se pregunta «¿qué pasaría si…?» o «si la situación fuera tal y tal, ¿cuál sería nuestro mejor curso de acción?».
Un estratega piensa de forma compleja, pues comporta una serie de elementos que no están dejados al alcance del pensamiento común, sino que es una mezcla casi única y particular de procesos mentales que se conjugan con una serie de elementos.
Pensamiento intuitivo, conocimiento tácito, pensamiento creativo, dotación natural, chispa (capacidad para vislumbrar ideas brillantes que despuntan espontáneamente) creando una conducta emergente que es la forma de pensar del estratega.
El estratega no tiene un dogma, una doctrina, no es ortodoxo, es mas bien un visionario que ve desde lejos que condiciones existen para salir a flote y emerger con su accionar que muchos llaman estrategia.
El estratega es un perro que olfatea de lejos su oportunidad, y sigue el rastro a los acontecimientos pasados, presentes y los que se ven venir.
Un astuto felino que se oculta al acecho y en medio de la oscuridad cuando el mercado es turbulento sigilosa y repentinamente cae sobre su competencia, dejándola en la retaguardia o sacándola de su camino.
O una hormiga que trabaja en el verano, pues seguramente la llegada del invierno no le tome por sorpresa.
El estratega es tiburón temido en las profundidades de los negocios, el estratega es águila en las alturas que certeramente lanza sus ataques y obtiene resultados efectivos en el mundo empresarial.
El estratega es la pequeña semilla de mostaza germinando en medio de los grandes árboles del bosques.
El buen estratega ejercita constantemente el pensamiento estratégico.
Esto debe ser una práctica diaria, no algo que a lo que se recurre sólo cuando sobrevienen dificultades.
El gran estratega no depende ni de la suerte ni de la inspiración sino del pensamiento estratégico: la combinación de método analítico y la elasticidad mental.
Finalmente si volvemos a leer el título de este artículo pienso que claro que necesitamos una estrategia, pero primero necesito al estratega que analice y la desarrolle.
Que alguien con capacidades piense y me explique por qué son mejores unos caminos u otros.
Por supuesto siempre tendremos la libertad para tomar uno u otro camino.
Pero estoy convencido que tomar el camino pensado, el estudiado, el que ve los pro y los contras, siempre será el más acertado.
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