08 Ago Juan Pablo II: un ejemplo para muchos
Hace algunos años, en 1994, tuve la oportunidad de acercarme a Roma, y estar presente en una audiencia de Juan Pablo II en el Aula Nervi. En aquellos momentos acababa de salir de un accidente de esquí y llevaba un brazo escayolado. El viaje a Roma, en avión, por 24 horas, fue ciertamente un suplicio, compensado por las palabras de ánimo que Juan Pablo II me dedicó al pasar a mi lado, una vez terminada la audiencia de ese miércoles de abril.
En 1978, mientras disfrutaba de unos días de vacaciones con mis padres, veintitantos días después del fallecimiento de Juan Pablo I, fue elegido como Sucesor de Pedro, el Cardenal Carol Wotyla, oriundo de Polonia, de la ciudad de Wadowice, famosa por sus minas de sal. Un Papa polaco, un Papa eslavo: algo que nadie esperaba.
En 1982, cuando contaba con 12 años, en el encuentro del Santiago Bernabeu, tuve la oportunidad de escuchar sus palabras, con oídos de adolescente. Sin embargo, sus palabras calaron en mi alma, pues años después, en tres ocasiones, tuve la oportunidad de visitar Polonia, para echar una mano a los fieles católicos polacos en la construcción de diferentes iglesias, tras una petición del Santo Padre Juan Pablo II a todos los europeos con el fin de reconquistar Europa para el cristianismo. No fueron viajes de placer, todo lo contrario, aunque viajar en automóvil por toda Europa fue una experiencia recomendable, fueron días en los que descubrí el dolor de las gentes subyugadas al poder del comunismo, con cartas de racionamiento, con lo justo para vivir. Por eso cada encuentro con Juan Pablo II en mi vida significó un momento para aprender algo en la vida.
En la última visita de Juan Pablo II a Madrid, pude ver en sus ojos, como debía estar pasando aquellos últimos trances de su vida, pude ver al Papa cansado, hecho polvo, pero por dentro más fuerte que nunca. Sus últimos días en la tierra fueron momentos para dar gracias a Dios, por tantas y tantas gracias que nos dio por medio de su siervo el Papa Juan Pablo II.
Ayer, seis años después de su tránsito al Cielo, el Papa Juan Pablo II fue beatificado por su sucesor Benedicto XVI. A partir de hoy, el féretro de Juan Pablo II estará en la Capilla de San Sebastián, junto a la urna de la Piedad de Miguel Angel.
Durante los 26 años y medio de pontificado, Juan Pablo II realizó innumerables viajes, en los que, por encima de todo, trato de transmitir que debíamos confiar en Jesucristo, que no debíamos tener miedo y debíamos abrir las puertas de nuestra alma a Jesucristo. En todas las ocasiones en que tuve ocasión de estar cerca de Juan Pablo II, su mensaje siempre fue el mismo. Muchas personas, opiniones muy respetables, piensan que la caída de comunismo fue debida a la acción de Juan Pablo II, yo sigo pensando que tuvo que ver, pero sobretodo fue Jesucristo y su Madre quienes obraron este milagro. Como lo ha sido el milagro, por el que se reconoce la intercesión del Papa en la curación de Parkinson de una monja francesa.
Hoy, tres meses después de comenzar este post, llega su publicación. Muchas son las voces que hoy en día se alzan contra la acción de la Iglesia Católica, por actos como el que tendrá lugar, en unos días, con la celebración de la JMJ 2011, en Madrid. Algunas de esas voces las conozco, y, por primera vez en mucho tiempo, me resbalan, simplemente, no tienen ningún tipo de razón. La celebración de estos encuentros entre el Santo Padre y jóvenes del todo el mundo tienen una clara misión: poner a los jóvenes, y no tan jóvenes, en la estela del camino que lleva a la felicidad. Después de ver algunos acontecimientos durante este año, en el que personas allegadas han sufrido alguna desgracia, sólo se me ocurre dar gracias a Dios y a mis padres, por haberme enseñado la fe cristiana, por haberme dado la posibilidad de asistir a la ya muy lejana primera Jornada Mundial de la Juventud en Roma, con Juan Pablo II, en 1984. La alegría de estar cerca de Dios, es la que sustenta mi vida y la de tantos que están cerca de mi. Sino, muchas cosas no tienen sentido.
Este año, este verano, en unos días, seguiré la JMJ por TV y por Internet, y no por no ser ya tan joven, sino por las obligaciones que conlleva tener dos hijos. A todos los que estéis en Madrid os animo a participar.
Juan Luis
Posted at 16:53h, 08 agostoBueno, aquí va. Seguramente no gustará a todos, o según toca ahora a todas, pero tras tuitear con el autor, me animó a realizar esta acción. Los dos tuits eran más cortos. (edito: me está saliendo una parrafada)
Una de las virtudes más hermosas del mundo es tener fe, practicarla y mostrarla a los demás (hay situaciones en que envidio no tenerla). No obstante, tu situación vital no tiene por qué reflejar la de los demás y quizás, por ello, esa sea la mala impresión que recoges de los que no comparten tu posición.
Para mí, tras un devenir accidentado por la vida, con sus altos y sus bajos, lo más importante es respetar a los demás, acción que creo que tú haces y que dices que los contrarios a JMJ no hacen y es cierto por lo que muestran ciertos sectores, pero no podemos generalizar: seguramente habrá gente contraria a JMJ, con sus motivos, y no mostrará su opinión: observo que hay dos facciones enfrentadas y una facción en el medio que no se pronuncia, tibia, que no quiere problemas de algo que ni le va ni le viene, que ya tiene bastante. No entraré a enjuiciar a nadie: los juicios tienen que tener el objetivo de hacer que este mundo sea mejor, puede que sea por mi influencia de colegio de jesuitas aunque me identifico con las acciones de De Mello y otros. Los derechos son de todos y nuestra obligación fundamental reside en respetarlos: si los cristianos católicos se quieren reunir en Madrid bajo el auspicio de S.S. y denominar el encuentro JMJ, nadie debe oponerse a ello y menos provocando daño con su oposición. Una de las máximas que debe imperar entre las personas, creyentes o no, es el respeto mutuo.
Al lío que me enrollo y me olvido: yo viví la llegada de Karol Wojtyla a Sevilla, recién nombrado sucesor de San Pedro (algo defenestrado por las sagradas escrituras), creo recordar que tendría catorce años y corría el año de 1982. Para mí, en aquel entonces, significaba la renovación de Cristo en la Tierra, inocente de mí. Posteriormente, descubrí que su predecesor estaba a la izquierda del Padre y que Karol se situaba por el centro-derecha … y que Karol, lo dispuso todo para darle su sitio a su delfín, el actual Papa, del que creo carece de algo del carisma que K. emanaba, de su tenacidad, …, en definitiva, de saber ser Cristo (bajo la visión católica de esta persona, claro). Puede que K. realizase o dispusiera su sucesión en R. como mal menor o como continuación de su legado … lo desconozco, pero tiene la pinta. No obstante, cuando yo viví mi encuentro con Cristo y Karol en aquél Parque de los Príncipes en Sevilla, mis sensaciones fueron otras que no se corresponden con el devenir posterior de la Iglesia Católica: considero que siguen viviendo en el pasado, necesitan renovarse y remineralizarse pero esa es mi propia opinión que no creo que sigan ya que otros mucho más importantes que yo, se lo han indicado y se mantienen en su continuismo.
Este encuentro debería acercar a todas las personas pero no será así. En cambio, ha generado miedo, odio, enfrentamiento y tantas otras cosas que no creo que Cristo, ni su discípulo K. (que no siervo) estuvieran de acuerdo en que se produjeran a estas alturas … mientras que los visitantes del JMJ vienen alegres y contentos, viviendo en su mundo esperanzil (Esperanza es cascada de colores …, mágico mundo de colores), ajenos a lo que se está viviendo en el mundo, quien sabe, puede que piensen que no pueden hacer nada por ello, que es designio del Altísimo, que Dios escribe recto con reglones torcidos …, quien sabe. Me quedo con la acción de otros grandes cristianos que me indicaron que el mundo cambiaba empezando por mí … y en ese propósito estoy: no me he puesto la pulsera morada de marras, pero he decidido realizar esa acción. En cambio, me he puesto una pulsera naranja, que me dio mi hija pequeña, Celia, de los Jonas Brothers… su amor, el amor, será el que me mueva a mover este mundo a través de mis acciones cotidianas. Llevo con la pulsera un mes, me recuerda mi propósito (es para lo que la utilizo) pero no quiero decirle a los demás a través de un símbolo externo lo que quiero hacer o decirles lo que deben hacer: he roto este propósito en varias ocasiones pero he advertido que mi decisión ha cambiado tanto mi entorno como mi carácter y mi forma de vivir. Y, sin ánimo de que nadie se ofenda, me permito libremente y gracias al autor de compartirlo aquí con todos, tanto mi opinión como mis hechos.
Por fin, que no por último, comento lo que yo haría: yo no me reuniría en Madrid con la que está cayendo. Yo convocaría a los medios de comunicación y lanzaría el siguiente mensaje al mundo y sus dirigentes: señores, o empezáis a hacer las cosas bien (ya habéis tenido varias oportunidades en situaciones críticas a nivel mundial) u os mando al Cuerno. Y me desmarco de la tendencia que todos esperan que haga. Y si tengo que mandar lejos y vender todo el patrimonio eclesiástico, lo vendo, en pro de mi ideario. Y retomar el mensaje de aquel Jesucristo que sí era un auténtico socialista, vino a liberar al mundo, no como otros actuales y pasados, a liberar a la mujer y a todos los oprimidos, y no escurrió el bulto cuando le llegó la hora.
Seguramente mis palabras ofendan a muchos. No era mi intención, sólo quería contar lo que pienso. Porque, desafortunadamente, pertenezco a la parte tibia del conflicto.