07 Sep el streaming llega a la música
En una época en la que muchos de los artistas, españoles e internacionales, junto a las asociaciones, que dicen velar por los derechos de autor, han ido apareciendo diferentes sistemas de descarga musical. Descarga, que en una inmensa mayoría de ocasiones, por no decir en todas, se utiliza para el uso personal, y nunca para la comercialización de contenidos.
En muchos paises se han impuesto duras sanciones, no a quienes descargan contenidos con protocolos P2P, sino más bien a quienes han utilizado, o siguen utilizando dichos contenidos con fines lucrativos. Pero, como decía anteriormente, que no afecta a quienes descargamos contenidos musicales o audiovisuales para nuestro uso y disfrute.
Sin embargo, han ido apareciendo diferentes aplicaciones en el mercado, sobretodo musical, para disfrutar de la música de nuestros artistas favoritos. Todas, parece que tienen un modelos de negocio similar, los Lastfm, YesFm, las aplicaciones de emisoras de radio, o Spotify.
Yo creo que Spotify ha dado en el clavo del streaming musical; pero, ¿cómo? Muy sencillo, para la mayoría de los usuarios que utilizan Spotify, las canciones de sus artistas favoritos se sirven con un modelo mixto, en el que prima la música, pero también existe publicidad. Y aunque en ocasiones los anuncios publicitarios, o la dicción de los spots que nos invitan a acceder a una cuenta premium, no nos hayan entusiasmado, lo cierto era, que con una conexión, wifi o 3g, en nuestro desktop podíamos acceder a cualquier contenido musical.
Durante unos cuantos meses he utilizado una cuenta básica, comprobando que la variedad que ofrece Spotify es enorme, y que no debe envidiar a ninguna casa discográfica. Su modelo ha ido evolucionando, con el mercado, y ha provocado que puedas guardar con tu usuario las listas de música favoritas, para así escucharlas en cualquier lugar del mundo. A mediados de este verano, Spotify nos regaló una nueva perla, con los labels, para poder buscar música etiquetada, por ejemplo, de nuestra discográfica favorita.
Hace un par de meses, decidí acceder a una cuenta premium, tiene un coste, es cierto, pero ahora no hay publicidad en mis listas de reproducción. Podría parecer una torpeza, y sin embargo, pagar por un servicio de streaming musical con un bitrate tan potente, merece la pena, más si cabe, cuando………
Ayer, mejor dicho anoche, y después de una larga, pero bienvenida espera, el App Store de Apple aprobaba la aplicación de Spotify para el iphone. El salto de calidad es brutal. La aplicación tiene coste 0, y para acceder a todas sus características debemos tener una cuenta premium en Spotify.
Desde hoy, en nuestros iPhones podemos escuchar música de dos formas:
- En modo online, escuchando con 3G o wifi, conectados a la red nuestra música favorita, con la ventaja de sincronizar nuestras listas de la aplicación desktop en el iphone. Cada vez que busquemos una canción y la llevamos a una lista, habrá sincronización entre ambos dispositivos. Por tanto, tendremos una única aplicación, común, para los dos dispositivos.
- En modo offline, como podréis ver en el video, ahora podemos descargarnos nuestra canciones o listas, para escucharlas en modo offline. Cuando no tengamos conexión a la red, seguiremos escuchando nuestras listas descargadas en modo online, por ejemplo en nuestro iPod en un avión, en un tunel, o allí donde no llegue nuestra cobertura wifi o 3G.
El modelo de descargas está cambiando, como señalaba esta mañana, en «Los talibanes del copyrigth se van quedando sólos«, Enrique Dans, y, sin embargo hay mucha gente, que continúa temblando, porque piensan que con estos modelos, mucha gente dejará de comprar música, y proliferarán las descargas en redes P2P.
Qué equivocados están, mientras no dejen a un lado el mercado de las copias, en CD, DVD o Blueray, y reconviertan sus mentes prehistóricas, muchos seguiremos sufriendo los sermones que nos tildan de piratas musicales.
Cuando, en mi caso, me gusta una canción la suelo comprar en iTunes, y no pasa nada, me gusta una canción, no voy a pagar todo el disco. Y, si alguna vez descargo una canción, lo que ni por asomo hago, hacía o haré es vendersela a otro, como tratan de hacernos entender los señores, por ejemplo, de la SGAE, en España, o la BASCA (British Academy of Songwriters, Composers and Authors), en UK.
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