03 Abr Jesús Rico
Jueves Santo, 2:22 de la mañana. Jesús Rico, gran amigo, gran compañero, gran profesional y por encima de todo gran persona, se nos fue el 20 de enero.
Un mes después de llegar a UNIR, comencé a trabajar con Jesús, en el desarrollo de nuevas estrategias de marketing en los comienzos de UNIR en México.
Fueron meses de aprender cómo se funciona en otra país, en otra cultura, conocer a las personas que teníamos y que tenemos trabajando en México.
Conocí por aquellos días a Pedro Cobo y por conversaciones telefónicas a nuestro abogado en D.F, José Ernesto Bermejo, con quien he hecho muy buenas migas.
Todo lo que he hecho en UNIR, en estos casi tres años lo aprendí de Jesús, el trato con nuestros clientes (Oscar, Valeria, los dirigentes de FEUSO, Ramón Ladero), el trato con nuestros proveedores, pero por encima de todo el trato personal, porque aun siendo una Universidad online, ésta, la formamos personas.
Jesús Rico me enseño a valorar la importancia del trabajo bien hecho, el detalle por las cosas pequeñas, la palabra acertada, alabar en lugar de criticar;
valores muy necesarios hoy en día, si quieres ser un buen profesional, en definitiva una buena persona.
En febrero de 2013, Jesús cayo enfermo y no se incorporó hasta el mes de julio: fueron meses muy complicados, de mucho trabajo y de muchas responsabilidades.
Sin embargo, Jesús fue el apoyo y el bastión donde apoyarme en esos momentos complicados en lo profesional.
En lo personal, desde el primer momento sentí la necesidad y la gratitud hacia quien te lo ha enseñado todo, de estar a su lado, de apoyarle, de visitarle, de poder conversar con él muchos momentos.
Jesús me contó muchas cosas de su trabajo en Chile, de sus hijos, de su vuelta a España, de lo bien que se portó con él Miguel Arrufat, Consejero Delegado de UNIR, y muchas otras cosas, que en estos casi tres meses sólo he conversado con los hijos de Jesús Rico.
Trabajar con Jesús a la vuelta de su enfermedad, sus desvelos hacia el compañero que, como él me decía, ahora me había convertido en su jefe, consiguieron que me diese cuenta de la importancia de trabajar con excelentes profesionales y, por encima de todo, con excelentes personas.
En esta última etapa de la vida de Jesús, trabajando los dos con algunos clientes, viajando a Zaragoza y Barcelona, trabajando en mi caso desde México, con conexión directa con quien me lo había enseñado todo.
Ha sido una dicha poder tener un compañero así, una persona, amigo de sus amigos, y siempre dispuesto a echarte un cable.
Cuando el pasado verano mi hijo estuvo ingresado en Cádiz y después en Madrid, Jesús Rico no dejo ni un día de llamarme para conocer sobre su recuperación.
Miguel, segundo hijo de Jesús Rico, me preguntaba hace poco, en presencia de dos de sus hermanas pequeñas, que le contase cosas de su padre.
Todos los hijos de Jesús viven en Chile.
En estas líneas, que quieren ser un homenaje a vuestro padre, a mi amigo Jesús Rico, os puedo decir, que llamadas diarias y conversaciones largas preguntando por mis hijos, por mi esposa y sus embarazos, son esas cosas que le honraban, incluso cuando él sabía que no estaba bien.
Con este post no quiero pasar página.
Sin embargo, como le digo muchas veces a su hija Almudena, con quien hemos trabado una profunda amistad o como le dije a Miguel Rico y su hermana Kity, vuestro padre me enseño a sobreponerme de cualquier cosa en la vida.
La separación de un ser querido, y en mi caso, de alguien muy querido, es difícil.
Los recuerdos, como bien te dije Miguel, son para nosotros, no para contarlos en un blog, ni en una conversación con terceros.
Muchas personas me han preguntado por Jesús en estos casi tres meses y siempre les digo, lo mejor que podemos hacer es tratar de ser buenas personas y buenos profesionales.
Jesús me enseño a no hacer nunca una crítica despiadada de las personas, y bien que lo ha conseguido.
Si no puedes alabar, mejor mantén la boca cerrada.
Él, en muchas ocasiones, no necesitaba decir nada a nadie, con sólo ver su gesto y su mirada, sabías que le dolían ciertos comentarios hacia otros.
En la comida de empresa de las pasadas Navidades, compartimos algunas confidencias.
Con el traslado a la nueva oficina algunas de nuestras últimas conversaciones, el 25 de diciembre la felicitación por su cumpleaños.
Sólo nos vimos un día en el mes de enero, el resto no se encontraba bien.
El 19 de enero, 10º aniversario de la marcha al Cielo de mi padre, me costó mucho mantener la concentración.
Jesús Rico nos dejó el 20 de enero.
Después de una vida dedicada a los demás, dedicada a su trabajo, a su familia, a sus hijos y a sus amigos.
A mí, me tocó vivir junto a él, sus últimos tres años aquí. Para mi es un orgullo haberle conocido.
Gracias Jesús y descansa en paz.
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