08 Jul Las redes sociales reflejan lo que piensa la sociedad
No sé si tendrás hijos, pequeños o grandes. En mi caso, algunos de ellos comienzan a pasar ese tiempo de la adolescencia, que a todos nos ha cambiado la forma de ver las cosas, de hacerlas y, en muchas ocasiones de discutir todo aquellos que pasa a nuestro lado, fijándose en las redes sociales.
Hace unos días, leía una interesante reflexión sobre diferentes mitos, en el blog de Pedro Trillo, y me llamó mucho la atención éste de las redes sociales que lleva el título de este artículo.
Todd Rose, el psicólogo alemán que reflexiona sobre diferentes mitos que nos hemos creado a lo largo de nuestras vidas, pone el acento, sobre la “popularidad” que ejercen las redes sociales sobre las personas, llámense adolescentes o adultos, y cómo afecta a nuestras expectativas personales y a nuestras decisiones, lo que hace una minoría vocal, que es percibida como mayoría.
Y aquí es donde quiero comenzar a reflexionar sobre la influencia de las redes sociales en nuestras vidas y en las de nuestros hijos.
Venimos, muchos de nosotros, de un mundo en el que la comunicación sólo tenía una dirección, el mundo del teléfono góndola, del VHF y el UHF, de los eternos viajes a la playa, de verano azul, de las pandillas y de tantos juegos, que nos hicieron madurar hasta convertirnos en lo que hoy somos.
Un servidor, en ocasiones, echa de menos aquellos momentos, en los que no había smartphones, y donde para quedar con los amigos tenías que llamar al portero automático de todas sus casas o llamar por teléfono.
Gracias a Dios, a principios de los 90 aparecieron los primeros móviles, los personal computers, y a mitad de los 2000 las primeras redes sociales y algo más tarde los diferentes servicios de mensajería.
Sin embargo, son o somos pocos, los que aprendimos a utilizar estas nuevas tecnologías, gracias entre otros a nuestros padres o a quienes han dirigido el mundo de la comunicación con tanta determinación como Antonio Fernández-Galiano o aquellos que nos siguen mostrando el camino hoy en día como Andrés Karp.
Y aquí es donde quiero llegar con esta reflexión ahora que comienzan un tiempo de descanso para muchos.
¿Estamos preparados para enseñarle a nuestros hijos, esos que están empezando la adolescencia, a utilizar con sentido las redes sociales y los sistemas actuales de comunicación? Sinceramente, pienso que muchos no lo estamos.
Sólo hay que ver cómo utilizamos los sistemas de comunicación para comunicarnos vía smartphone, o cómo, si preguntas a nuestros hijos, se coge una llamada de teléfono o cómo se hace una fotografía. Haz la prueba!!!
Mira en tu familia, cuantos smartphones tenemos, cuantas veces salen de nuestros bolsillos, durante una comida o una sobremesa, en cuantas ocasiones vamos en el coche y alguno de los mayores está ensimismado en el whatsapp, en el Instagram o en el Facebook, o cuantas veces, en mitad de una comida, alguien saca su tablet para jugar al Candy Crush…
Recientemente, comiendo con unos amigos, en su casa, con sus padres y nuestros hijos, descubrí la maravillosa sensación de no sacar el móvil en toda la comida y la sobremesa para mirar no ya las redes sociales o el WhatsApp, sino el tiempo que hace o para corroborar un hecho histórico de la fundación de una universidad.
Esas conversaciones, tras muchos años de lectura, enriquecen no sólo a los que las tienen, sino sobretodo a los más pequeños.
Leer cada vez se hace más necesario, para enriquecer nuestros intelectos y, sobretodo, para mantener una conversación que vaya más allá de un whatsapp, un video de tik-tok o mostrar la cojo-foto a nuestros más de 70.000 seguidores, a los que, por otra parte no conocemos ni nuestros hijos ni nosotros.
Comentaba, hace unos días, con un conocido, sobre como las redes sociales, nos han sacado del mundo real, para meternos en el mundo online de tal manera que, en muchas ocasiones ya no somos capaces de mantener conversaciones interesantes.
Señala Todd Rose, que la mejor manera para escapar de esta trampa es fomentar las conversaciones fuera del mundo online, para comprender las verdaderas opiniones de los individuos y evitar las ilusiones ficticias que se propagan en las redes sociales.
Las redes sociales nos sirven para trabajar, para contactar con quien hace años que no vemos, para mandar una convocatoria de una comida o la ubicación de un lugar, o leer un artículo o la prensa.
Pero ya está. Tener el móvil todo el día en la mano, viendo, viendo y viendo contenidos que no nos aportan nada, son un mal ejemplo para nuestros hijos y, también, no lo olvidemos para nuestros amigos o colegas.
En esta cruzada de no tener un smartphone hasta las 16 años, nos encontramos muchas familias, y quizás también llega el momento, de dejar las tabletas del colegio durante los periodos de vacaciones para así desarrollar las mentes de nuestros hijos con todo el conocimiento que nos aportan nuestras ciudades o nuestros mayores.
Las vacaciones suele ser un buen momento, para reflexionar, tomar buenas decisiones y ponerlas en práctica en el siguiente curso.
Es el propósito de esta reflexión. Utilicemos la tecnología para aquello, que la necesitamos, pero lo demás, lo superfluo, dejémoslo a un lado. Y seamos creativos, que no cuesta nada.
Nota: ¿Por qué Sigüenza? Segontia, la que domina el valle, punto de inspiración para esta reflexión. Gracias Paloma y Toni.
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