18 Nov Vivir y ser feliz
Me ha costado escribir esta entrada porque escribir sobre personas requiere tiempo, esfuerzo y decir con palabras concretas aquello que fluye del corazón, poniendo a Dios en el medio de todo lo que nos pasa, aunque a veces salga a relucir la queja humana: pero como me haces esto a mi Señor.
Si vives en Madrid, o si sigues las noticias de nuestra ciudad, es posible que, hace tres semanas, leyeses sobre un accidente, un incendio, que se produjo en la M-30, la circunvalación que recorre Madrid. En uno de sus accesos, el que viene de la A-3, carretera de Valencia, en una de sus galerías, se produjo el incendio de unas pilas que proveen de luz a casi todo el túnel de circunvalación.
Sergio, un ingeniero al que le gustaba su trabajo de mantenimiento en los túneles, estaba con un compañero en otra galería anexa a la del incendio. Finalizados los trabajos de extinción, accedió, como era habitual a su zona de trabajo, para desarrollar los trabajos oportunos. Horas después del incendio, pocos minutos después de hablar con su mujer, Mari Carmen, falleció por asfixia, por inhalación de gases tóxicos.
Sergio es el hermano pequeño de Rocio, una de mis cinco cuñadas. Sergio es el hermano de David, a quien conocí hace ya muchos años. Sergio, hermano de todos sus hermanos, era una persona que había disfrutado, a sus 36 años, de todo lo que se había propuesto hacer en la vida: saltar en paracaídas, participar en un club de 4×4, casarse, tener una hija maravillosa, y en este momento esperar otro hijo.
Para mi cuñada y mi cuñado ha sido un palo tremendo, algo inexplicable; mi cuñado y Sergio se tenían un cariño especial: a los dos les encanta el campo, y las dos veces que les vi charlar juntos, sus ojos irradiaban felicidad.
Las próximas Navidades serán diferentes, porque Sergio ya no está, porque con su presencia y su buen hacer hacía felices por unos momentos a todos los que estaban a su alrededor.
En estos días he hablado algunas veces con mi cuñada: de verdad, como le dije en un mensaje hace un par de semanas, que suerte he tenido de conocer a esta familia, la de mi mujer, la de mi cuñada. En muchos momentos en los que lo difícil era decirse algo, ellos sin embargo me han dicho, hay que seguir adelante, que es verdad, pero con alegría, porque es lo que Sergio quería, ver alegría a su alrededor.
Ha pasado casi un mes desde que me propuse escribir esta reseña. Y la verdad ha sido, con diferencia la que más me ha costado en el tiempo. Sergio, seguro estarás en el Cielo, porque sino no se entiende tu felicidad y tu sonrisa permanente. Mari Carmen, si algún día lees esta esta entrada, te lo dije el día del funeral, lo que necesites, sabes donde estamos; en esta familia no es un decir porque siempre que alguien ha necesitado algo, todos habéis estado al quite.
Descansa en paz Sergio
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