Para mi buen amigo Rodrigo

05 Abr Para mi buen amigo Rodrigo

Desde esta mañana trato de entender, sin conseguirlo, el por qué de tu marcha. Desde que nos conocimos, personalmente, en la boda de tu hermano Alejandro, hace ya 12 o 13 años, siempre me has parecido una persona admirable. Una persona que siempre has sabido lo que querías en la vida, tanto a nivel profesional, como personal.

En este momento de la vida, como le gusta decir a un buen amigo, tenías dos proyectazos, uno, y seguramente el más importante, es María del Mar, tu hija recien nacida hace 20 días, y tu esposa Pilar, a quien tuve ocasión de conocer, te acuerdas, en Aldea del Fresno, hace casi dos años, en una capea. Estoy seguro, porque te conozco, y lo veía reflejado en tu mirada cada vez que te veía, que tu felicidad pasaba por ver felices a Pilar y a tu preciosa hija.

El segundo, por el que has luchado tanto, GUPASO, tu proyecto de placas solares, en representación de SunTechnics. En estos menesteres estabas el viernes en Don Benito, cuando nos dejaste.

Rodrigo, mi buen amigo Rodrigo, quizás otro día escriba un poema sobre tí. Hoy se me saltan las lagrimas, cada vez que veo tu expresión de buenísima persona, allí donde miro. Para mí, para tus hermanos, Pedro y Alejandro, para tus padres, Pedro y María Angela, para Pilar y María del Mar, para todos los que te hemos conocido, siempre estarás en nuestros corazones, en nuestras oraciones.

Mi estimado Rodrigo no puedo más que pedir a nuestro Señor, a nuestro Dios, a Nuestra Madre la Santísima Virgen, que te tengan muy cerca de ellos, estoy seguro. En momentos tan difíciles como inesperados, no puedo más que darte las gracias por tu ejemplo de vida, de sencillez, de laboriosidad, de tus ganas de vivir, y de tantas y tantas cosas que aprendí de ti estos años.

Ayer y hoy, aquí en este mundo, hemos pasado unas horas muy difíciles; como le decía a tu padre, desde la muerte de mi padre, hace 4 años, no pasaba por algo similar. Tu marcha al Cielo, para todos es algo inesperado, incomprensible, y visto con ojos de seres humanos, una jodienda muy grande. El ejemplo de tu madre y de tu esposa, Pilar, ha sido y será definitivo para mí, y probablemente, para toda tu familia.

No quiero terminar sin antes darte las gracias, por permitirme ser tu amigo, por permitir estar cerca de tí, desde tu llegada a España, por los partidos de paddel, por las excursiones, por tus llamadas para ir a Medjugorje. Como le he dicho a Alejo, tu querídisimo hermano, y mi mejor amigo, han sembrado la semilla de la alegría allí por donde has pasado, y eso Dios te lo ha pagado con el Cielo, de eso estoy seguro.

Un fortísimo abrazo, un dedicado hasta luego, descansa en paz, mi buen amigo Rodrigo.